20 de diciembre de 2021
Bien es sabido que la figura del prescriptor ha sido uno de los recursos más utilizados durante años y años en publicidad. Con el auge y popularización de las redes sociales ya no sólo debemos pensar con una persona 'famosa' para que sea la embajadora de una marca sino que el amigo, el abuelo o el vecino pueden ser los perfectos
influencers.
Con Instagram, Facebook, Tik Tok… el poder de recomendación de productos, servicios y marcas se ha extendido prácticamente a cualquier persona. Que un amigo nos cuente su experiencia como consumidor de un producto puede llegar a ser mucho más efectivo que si lo hace un 'famoso' con 25 tuits, un anuncio en televisión o 1 valla publicitaria en la calle principal de la ciudad. La popularidad de la persona ha perdido peso frente a la credibilidad de ésta. Como empresa, puede interesarnos más tener 4 nanoinfluencers (personas que tienen entre 1.000 y 10.000 seguidores en sus redes) que 1 influencer ‘famoso’.
Debemos tener en cuenta que
milenials, generación X y
baby boomers, son todos consumidores de redes sociales y que, por tanto, sólo debemos saber en qué plataforma se concentra la mayor parte de nuestro
target, identificar sus referentes y enamorarlos con nuestro producto/servicio para que estos referentes acaben convirtiéndose en embajadores de nuestra marca.