31 de enero de 2018
Instaurados de lleno en el era de las infografías (redes sociales, medios de comunicación, publicaciones educativas,… hay por todos lados) creemos que es bueno recordar por qué nos gustan y por qué estamos son tan viciosas.
Antes de nada, pero, ¿qué entendemos por infografía? Una infografía es la combinación de imágenes sintéticas, claras y explicativas con texto y tiene como objetivo contar una información de manera visual. Con solo un vistazo podemos entender conceptos, eventos o procesos complejos.
Y ¿por qué nos gustan las infografías? Porqué transmiten mucha información de manera fácil y rápido. Con una ligera mirada podemos entender muchas cosas y esto concuerda con nuestra ‘programación’, ya que el 90% de la información que pasa por nuestro cerebro es visual y porqué un niño es capaz de relacionar un gráfico con su significado mucho antes de entender un idioma escrito. El médico, escritor y dramaturgo Anton Chejov decía: show, don’t tell (enséñamelo, no me lo cuentes). Y la infografía es una de las herramientas ideales para conseguir este objetivo.
Las infografías tienen una importante capacidad de persuasión y para los humanos son fáciles de recordar y, por lo tanto, de memorizar los contenidos que cuentan. Esto hace que sea un contenido ideal para ser viral en redes sociales, superadas solamente por los vídeos.